domingo, 4 de enero de 2009

¿QUIEN MERECE SER LLAMADO MAESTRO?

HEISEI No.2 • Marzo 28 de 2007

“En cuanto a lo que se refiere a encontrar en otra persona a aquel que podéis considerar como Maestro y que sea capaz de acompañaros en la Vía, es un tema delicado; es preciso en verdad que escuchéis al Maestro Interior, esta voz en vosotros que está más allá de la conciencia. Según mi punto de vista, el Maestro es aquel que despierta al Maestro en otro”.
Karfield Graf Von Durckheim


Las Artes Marciales son un camino, por el cual el hombre puede aspirar a alcanzar la gracia en armonía con las fuerzas de la naturaleza; en consideración, también puede obtener la confianza en sí mismo a través de la honestidad de su fervor.

Es en el transitar de este camino, cuando en un momento dado el Artista Marcial se interesa en ayudar a los demás; independiente de su nivel de habilidad y comprensión, se convierte en un autentico seguidor de la vía de las Artes Marciales, pues es en ese momento cuando al intentar ayudar a otros, descubrirá sus propias debilidades y posiblemente sus propias respuestas.

Esto no debe ser tomado ni entendido con ligereza, pues profundamente implica un autentico sentimiento de reconciliación, un relajamiento de la mente y de un paulatino sometimiento del propio ego; y es en este preciso momento donde el estudiante se convierte en un Maestro.

Para algunas personas este proceso “despersonaliza” y creen que alcanzar la desnudes pasional es una utopía; así que para ellos el Maestro de Artes Marciales es una ficción, cuyo personaje para sus propios intereses puede ser torcido y desfigurado.

Entonces no es raro ver a arrogantes, opresores y dominantes, demandar ser reconocidos como “Maestros”… y es aquí en este punto en donde nace la pregunta: ¿Quién merece ser llamado de verdad, Maestro de Artes Marciales? Pues estos “Maestros” desconocen o distorsionan su papel en la sociedad y creen que su misión consiste más en promoverse a sí mismos, que en servir como auténticos mentores.

Inculcan en sus estudiantes valores ó metas inútiles y los instigan al punto del adoctrinamiento, intentan que profesen su misma ideología y manejen sin problemas su misma moral; buscando anular por completo la natural necesidad de sus estudiantes de recorrer su propio camino, en donde quizá ellos podrían descubrir la posibilidad de su propia y autentica condición de Maestros.

Si mi Maestro ha muerto, o si es ausente y frío, o si es un tirano y me maltrata, o si era maravilloso pero ahora no está, entonces, ¿Quién es mi Maestro ahora? ¿De donde saco esos sentimientos de protección, autoridad, confianza, experiencia y sabiduría para vivir? ¿Cómo puedo evocar una inspiración que de alguna manera de a mi camino la orientación que necesita?

Sin el Maestro hay caos, conflicto y tristeza en el camino del Artista Marcial.

El Artista Marcial que esta en su proceso, seguro habrá de sufrir la debilidad, la impotencia y la vulnerabilidad en su propia soledad e individualidad, y estando abierto a aceptar esta experiencia, aprenderá a recurrir a su ingenio y no a su fuerza, y talvez si tiene el corazón, podrá evocar en el nivel marcial y social una maestría repleta de humanidad.

El Artista Marcial que toma como suya la responsabilidad de formar personalidades y de transmitir valores espirituales esta muy por encima de aquel cuya dudosa moral y pobre conciencia obliga a sus estudiantes a llamarle “Maestro” y ni que decir de aquel que está, más preocupado de entrenarse a costillas de sus estudiantes que de ayudarles en su crecimiento.

La vía de las Artes Marciales, nos da a entender que si no respetamos los ancestros con reverencia y animo iniciático, no tendremos en nuestro camino colectivo una maestría que nos sostenga. Sin ese profundo espíritu del Maestro, nos quedamos con personas que están dispuestas a desempeñar este papel en beneficio propio, exhibiendo los símbolos superficiales de la maestría, pero nunca el alma de un verdadero Maestro.

Un Maestro es alguien cuya visión y conocimiento están arraigados en un mundo secreto que esta conectado con sus ancestros, es decir, con aquellos que lo han precedido y que han creado el legado que él ahora toma en sus manos. La orientación de la sabiduría y la sensibilidad moral de un Maestro, proviene de las voces de los Maestros que ya no están en este mundo ó en esta vida, que con su legado nos heredan sus reflexiones más profundas.

La Vía de las Artes Marciales nos enseña, que es un desafío encontrar al Maestro profundo y que no debemos satisfacernos con sustitutos sin contenido. No hay camino fácil para llegar al Maestro, ni manera simple de establecer la propia maestría; y sin embargo, sin la orientación y autoridad del Maestro mítico, nos quedamos desorientados y descontrolados.

La verdadera maestría en las Artes Marciales no es evocada por la fuerza ó el engaño, sino por la iniciación en el amor de manera profunda y transformadora. Aspecto vital, pues sin él no habría continuidad ni futuro y el legado desaparecería para siempre.

La maestría de un Artista Marcial debe ser usada para promover la comprensión y la paz a su alrededor, y esta es la más importante contribución que puede hacer a nuestro mundo.

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